Sentí una gran sensación de angustia, como de soledad, cuando leí la novela hace años. Una necesidad de que algo ocurriera, de que algo “emergiera” en aquel aparente simple e inhóspito “páramo” de Comala. Me pareció que el tiempo se detenía ( ¿ se contraía? ). El tiempo se había parado en un instante fotográfico, PERO ME PRODUCÍA MUCHAS SENSACIONES: “ ¡Hay un mundo en lo infinitamente corto y pasajero!( A. de las Heras )
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